Aunque la mayoría de las personas que sufren dolor en las articulaciones o en los huesos dicen tener “reuma”, lo cierto es que en medicina no existe ese término. En realidad se trata de una de las más de 200 enfermedades reumáticas que existen, para las que existen distintos tratamientos según las causas y los órganos afectados. De ellas las más común es la artrosis, por lo que nos referiremos especialmente a ésta, seguida de otras como la artritis, el lumbago, la gota, la fibromialgia y la osteoporosis, a las que se suele hacer referencia cuando hablamos de reuma.
En definitiva se trata de enfermedades que se caracterizan por la inflamación y degeneración o alteración metabólica del tejido conectivo del cuerpo, especialmente en las articulaciones y las estructuras relacionadas (músculos, cápsula articular, tendones y tejido fibroso), comprometiendo de forma aguda o crónica las funciones del aparato locomotor.
La artrosis tiene un carácter crónico, insidioso y evolutivo, e implica una degeneración, un desgaste, una pérdida del cartílago articular.
La artrosis constituye la segunda causa de incapacidad permanente después de las enfermedades cardiovasculares. El envejecimiento del organismo se asocia de forma importante con la presencia de esta patología. Suele afectar más a personas en la quinta o sexta década de la vida, siendo prácticamente universal en todos los ancianos, pero los cambios radiológicos que la caracterizan, pueden verse ya en la columna cervical a los 18 años.
Otras veces, la artrosis es secundaria a factores locales o generales que producen un mal funcionamiento articular (deformidad, artritis, infección, sobreuso, sobrecarga articular, hemofilia, etc.).
Clínicamente se caracteriza por un dolor que aparece al iniciar la movilización de la articulación afectada y que mejora paulatinamente conforme se moviliza ésta. Es típico en la artrosis oír en la consulta pacientes que refieren como al levantarse de la cama o de un sillón, están "entumecidos", y les cuesta moverse y conforme van moviéndose el dolor desaparece. A medida que la enfermedad progresa, disminuye la movilidad de la articulación, aparecen contracturas en flexión, dolor a la presión y crujidos o sensación rechinante.
Las articulaciones que más frecuentemente se afectan son la columna cervical (cervicoartrosis) y lumbar (lumboartrosis), las interfalángicas de las manos (llamados nódulos de Heberden los bultitos que aparecen en las articulaciones interfalángicas distales y de Bouchard, los de las proximales), la trapeciometacarpiana (en la base del primer dedo o rizartrosis), la cadera (coxartrosis) y las rodillas (gonartrosis).
El diagnóstico, además de por la clínica se realiza mediante la realización de radiografías, en las que se pueden observar los cambios típicos de la artrosis, aunque se podrían emplear otros medios de diagnóstico más sofisticados como las tomografías o las resonancias, pero se suelen reservar para situaciones especiales, en las que pueden existir dudas diagnósticas.
Es importante, establecer un adecuado tratamiento, pues de éste, dependerá la evolución de la artrosis, y como consecuencia, la calidad de vida de quien la padece en un futuro.
El tratamiento clásico siempre ha consistido en el empleo de analgésicos y antiinflamatorios para aliviar el dolor que aunque desde luego estos nunca curan, sí alivian. También es importante luchar contra los factores desencadenantes de la artrosis siempre que estos se conozcan.
La cirugía es bastante definitiva y suele ser satisfactoria para aquellos pacientes con artrosis de grandes articulaciones en las que se pueden sustituir éstas por prótesis, y la rehabilitación es importante para prevenir la incapacidad que se produce y ayudan a mitigar el dolor.
Las terapias alternativas también aquí demuestran su importancia y eficacia frente a los tratamientos ya mencionados no exentos de contraindicaciones y efectos secundarios, entre las que podemos destacar:
Medidas higiénico-dietéticas: En caso de sobrepeso se deberá normalizar el peso corporal. El reposo constante de muchos pacientes mayores para evitar el dolor está totalmente contraindicado, debiendo realizarse ejercicio físico con moderación, especialmente el caminar y la natación. Las cataplasmas de arcilla y los saquitos de heno calientes colocados en las articulaciones afectadas ayudan a mitigar el dolor y la inflamación. La fisioterapia a través de los masajes, el ultrasonido, los infrarrojos o la electroestimulación, se ha convertido en imprescindible para mejorar la calidad de vida de quien sufre artrosis.
Fitoterapia: Existen numerosas plantas medicinales con efecto analgésico como la ulmaria y el sauce, que contienen ácido salicílico, de donde se derivó la famosa aspirina (los nombres botánicos de estas dos plantas son Spirae ulmaria, de donde viene el nombre comercial del medicamento, y Salix alba, de donde procede el nombre del principio activo que los caracteriza, el ácido salicílico). Otras plantas como el harpagofito, han demostrado su eficacia en la reducción del dolor y la inflamación a medio y largo plazo, pudiendo reducirse gracias a ellas las dosis de corticoides que a veces se utilizan en estas afecciones, al igual que la cúrcuma. El gel de árnica, ha demostrado una efectividad similar al de ibuprofeno, un medicamento usado en estas afecciones, consiguiéndose calmar el dolor y mejorar la movilidad y la rigidez de las articulaciones.
Suplementos nutricionales: Existen numerosos trabajos en los que se ha podido observar como se obtienen óptimos resultados clínicos con ciertos suplementos entre los que están la niacinamida, metionina, superóxido dismutasa, vitaminas A, B6, E, zinc, magnesio, cobre, condroitín sulfato o el sulfato de glucosamina, que en dosis de 1.500 mg. diarios ha demostrado en algunos casos una mejoría de las articulaciones afectadas de artrosis. Recientemente, se ha comprobado el efecto regenerador que tiene sobre el cartílago las fracciones insaponificables de los aceites de soja y aguacate, que producen una mejoría progresiva del dolor como consecuencia del efecto reparador sobre el cartílago, a la vez que evita la destrucción articular, hecho objetivable mediante estudios radiológicos. Es importante aquí el papel de los antioxidantes en general, ya que en la génesis de la artrosis participa de forma muy activa el óxido nítrico que se forma a partir de la oxidación de la L-arginina, y además promueve la susceptibilidad al daño inducida por otras moléculas pro-oxidativas.
Acupuntura: Efectiva para reducir sobre todo el dolor y la rigidez que se asocian a la artrosis, actuando sobre el meridiano de Riñón fundamentalmente, ya que éste gobierna y controla todo lo relacionado con los huesos y articulaciones. Recientemente se ha publicado un estudio donde la acupuntura y la digitopuntura se muestran más eficaces en la eliminación del dolor artrósico que los medicamentos clásicamente utilizados en esta patología.
Homeopatía: Muy útil para retrasar y limitar la evolución así como para aliviar. Son numerosos los remedios que podemos utilizar y que el médico homeópata sabrá indicarnos, pero cabe mencionar Rhus toxicodendron, remedio que se adapta muy bien a las características generales de la artrosis, que en dilución 9CH y tomando 3 gránulos una o dos veces al día ayuda a mitigar de una manera significativa los síntomas.
Como consejos generales para evitar la artrosis y su progresión, podemos dar los siguientes:
- Mantenga su peso dentro de unos límites adecuados.
- Haga ejercicio moderado sin cargar las articulaciones, evitando realizar movimientos que requieran un esfuerzo. Realice los ejercicios indicados por su médico.
- Adquiera posturas adecuadas al estar sentado o acostado. Evite las sillas blandas y los almohadones, siendo recomendables aquellas con respaldos rectos, que no sean bajas (para evitar forzar las articulaciones de las rodillas y de la columna vertebral). Procure sentarse y levantarse de manera progresiva y con ayuda.
- Si al levantarse tiene mayor rigidez y dolor, es conveniente la ducha de agua caliente, con chorro fuerte para dar calor a las articulaciones y masaje local.
- Si es necesario, utilice tratamientos coadyuvantes de ortopedia.
- Evite transportar objetos pesados.
- Utilice calzado cómodo, sin mucho tacón y sin cordones para evitar agacharse.
- También debe emplearse un colchón firme (o una tabla rígida bajo el mismo) y ajustar el asiento del coche a una postura erguida, pero cómoda.